Camilo José Cela                                                 



Camilo José de Cela y Trulock, I marqués de Iria Flavia, (Iria Flavia, Padrón, La Coruña, 11 de mayo de 1916 – Madrid, 17 de enero de 2002) fue un escritor español. Autor prolífico (como novelista, periodista, ensayista, editor de revistas literarias, conferenciante...), fue académico de la Real Academia Española durante 45 años y galardonado, entre otros, con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras en 1987, el Premio Nobel de Literatura en 1989, y el Premio Cervantes en 1995. Por sus méritos literarios, en 1996 el rey Juan Carlos I le otorgó el Marquesado de Iria Flavia, creado ex profeso.





Un Nobel inesperado                                            




Nada más conocerse que le habían concedido el premio Nobel de literatura, un periodista le preguntó a Camilo José Cela:
-¿Le ha sorprendido ganar el premio Nobel de Literatura?
-Muchísimo, sobre todo porque me esperaba el de Física.







Un ingenioso despertar                    

Camilo José Cela, senador por designación real,  se hallaba sentado en su escaño. Había tomado la palabra Mosén Lluís Maria Xirinacs y el escritor estaba dando cabezadas en plena sesión parlamentaria. 
El sacerdote le importunó con la pregunta: «¿Está usted dormido?». 
A lo que el Nobel le respondió: «Monseñor, no estoy dormido, estoy durmiendo». 
El mosén le replicó: «¿Es lo mismo, ¿no?». 
«No, monseñor, son cosas distintas» -instruyó al religioso don Camilo- «No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, de la misma manera que no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo».



Ventosidades inoportunas                                             



En una reunión de la alta sociedad a la que asistía Cela, a pesar de su desagrado por ese tipo de actos sociales, tuvo que soportar a su lado a una encopetada señora que le hacía muchos comentarios cursis y vacuos que terminaron por agotar la paciencia de Cela ante tanto bobería ramplona, trufada de falso esnobismo. 
Harto de tanta tontería, soltó una de esas flatulencias que son propias de vientres tan abultados como los que lucía C.J. Cela. 
La señora, espantada ante aquel sonido horripilante, se quedó en silencio, lo que aprovechó Cela para acercarse a ella y, sin perder la compostura, le dijo en tono de complicidad susurrante:

-No se preocupe, señora. Diremos que he sido yo.

                                                                                                                                          



Luis María Xirinacs.

 Durante otra sesión parlamentaria, quiso el azar, que el portador de la palabra, fuese también, en esta ocasión, Mosén Lluís Maria Xirinacs. 

Una sonora ventosidad de Don Camilo dejó sin habla al orador y enmudeció al auditorio, y para deshacer el entuerto el propio Cela se dirigió al religioso y le dijo: 

“Prosiga, Mosén”. 

Poco tiempo después, Cela negó haber dicho esa frase en un programa de TVE, argumentando que 

«para hacer callar a un cura, habría hecho falta un elefante, no un gallego».









Cela y la absorción anal                                           



En el siguiente video, el escritor, es entrevistado en el programa "Buenas noches" (1982) por Mercedes Milá. 
Cela, desmiente ante la, entonces, periodista -la etapa esperpéntica es más reciente- la anécdota anterior. 
También nos sorprende comentando sus habilidades anales para regocijo de la conductora del programa y diversión de José María García, también invitado en aquella ocasión.












Un "listillo" en el Café Gijón                                   




Una vez que estaba en la tertulia del famoso Café Gijón, a la que era asiduo, se le acercó un cliente que le dijo:


-Mire usted, señor Cela, acabo de apostarme mil duros a que soy capaz de tirarle de la barba. Ayúdeme a ganarlos, por favor.


Cela, dando una última calada a su cigarrillo y sin perder la compostura, le respondió impertérrito:



-Mire usted, joven, le voy a decir lo que pierde y lo que gana con su apuesta: pierde usted los mil duros y se gana una patada en los cojones...






Pensando en la posteridad                                           




El nobel con su segunda esposa, Marina Castaño.

En relación con la fama que tenía Cela de mostrar siempre un gesto adusto y poco dado a las sonrisas, explicó en una de las muchas entrevistas que concedió:


-No me he dejado entrevistar nunca con una sonrisa, porque no quería despistar a los historiadores del futuro.










Una pregunta tonta                                                            




Camilo José Cela a los 23 años (1936). 

 En uno de sus muchos viajes a Galicia, su tierra natal, fue invitado a ser entrevistado en la televisión gallega. Cela acudió a la cita de muy buen humor, pero tuvo la mala fortuna de encontrarse ante un entrevistador poco avispado que le preguntó:


-Dígame, señor Cela,¿ se considera usted un escritor gallego?


Cela que ya estaba acostumbrado a estas preguntas tontas y queriendo no dejar defraudado al público que esperaba una respuesta rápida y contundente de él, respondió:


-¡Hombre, usted verá! Soy escritor y soy gallego, por lo que debo de ser un escritor gallego, salvo que sea un maricón chino, usted verá…  




El escritor gallego se casó en 1944
 con Rosario Conde Picavea,
con quien tuvo un hijo.
La pareja se divorció en 1990.
Tenía grandes dotes de actor, entre ellas una voz poderosa, una excepcional capacidad paródica, sabia dosificación de la expectativa y la sorpresa, empatía con el auditorio y un gran sentido del espectáculo. Cela siempre se mantuvo independiente y a contrapelo de muchas tendencias aun reconociendo una «grave falta de interés por la aventura intelectual». Mantuvo sus ideas políticas derechistas, y el hecho de haber combatido y trabajado a favor del campo nacionalista, le granjearon la enemistad del "establishment" literario vanguardista. A ello contestaba Cela con su humor dedicando algunos de sus libros «a mis enemigos que tanto me han ayudado en mi carrera».








Citas                                                                                       



  • "A siete años de un suceso, el suceso ya es otro."
  • "Yo soy, como buen español, pedorro domiciliario."
  • "La más noble función de un escritor es dar testimonio, como acta notarial y como fiel cronista, del tiempo que le ha tocado vivir."
  • "La muerte es de una vulgaridad absoluta; todos los nacidos terminan pasando por ella."
  • "La muerte es dulce; pero su antesala, cruel."
  • "La muerte llama, uno a uno, a todos los hombres y a las mujeres todas, sin olvidarse de uno solo -¡Dios, qué fatal memoria!-, y los que por ahora vamos librando, saltando de bache en bache como mariposas o gacelas, jamás llegamos a creer que fuera con nosotros, algún día, su cruel designio."
  • "Las mujeres están para ser gustadas. Después, unas se dejan, otras no... Eso va ya por provincias."
  • "La polisemia de nación lleva lastrando la capacidad de ponerse de acuerdo acerca del futuro del reino de España desde el momento mismo en que se aprobó la Constitución de 1978."
  • "No es lo mismo estar dormido que estar durmiendo, como no es lo mismo estar jodido que estar jodiendo."

  • "Un carallo a tiempo es una victoria dialéctica"
  • "El nacionalismo se cura viajando."
  • "El nacionalista cree que el lugar donde nació es el mejor lugar del mundo; y eso no es cierto. El patriota cree que el lugar donde nació se merece todo el amor del mundo; y eso sí es cierto."
  • "El que resiste, gana."
  • "No usemos la lengua para la guerra, y menos para la guerra de las lenguas, sino para la paz, y sobre todo para la paz entre las lenguas. De la defensa de la lengua, de todas las lenguas, sale su fortaleza, y en su cultivo literario y siempre progresivo se fundamenta su auge y su elástica y elegante vigencia."
  • "Pido a nuestros gobiernos un poco de dinero para esta noble causa: la de la defensa de nuestra herramienta de comunicación. La lengua es la más eficaz de todas las armas, ya quedó dicho, y la más rentable de todas las inversiones: nunca es tarde para que empecemos a poner nuestros ahorros al servicio de los futuros beneficios que serán de todos y que servirán para todos."
  • "Según Alfonso X el Sabio, el mucho hablar hace envilecer las palabras [...], para Cervantes, siempre Cervantes, no hay razonamiento que, aunque sea bueno, siendo largo lo parezca."
  • "El humor es la gran coraza con la que uno se defiende en este valle de lágrimas"
  • "La habilidad que tengo es la de absorción de litro y medio de agua de un solo golpe por vía anal, [...] si quieren pídeme una palangana y lo demuestro [...] esto lo hace muy poca gente."
  • "Si la Virgen de Covadonga es pequeñina y galana, ¡QUE SE JODA!"
  • "(...)Y no a los aventureros foráneos, fascistas y marxistas, que se hartaron de matar españoles como conejos y a quienes nadie había dado vela en nuestro entierro.” Yo fui mozo de reemplazo del 37 y, sin comerlo ni beberlo, conmigo y con mis compañeros de quinta (y también otros más jóvenes y más viejos, claro es), tiraron al blanco en el campo abierto y en nombre de unos ideales o de los contrarios; a la mitad de aquella tropa juvenil se la comieron los gusanos y los cuervos del monte. La dedicatoria de mi novela no gustó a casi nadie, pero(...)"
  • El Discurso de la Quiebra


  • La colmena

  • "Seguimos en las mismas inútiles resignaciones...
  • Es grave confundir la anestesia con la esperanza..."

  • "En el servicio aprendió a leer, a escribir y a sumar, y perdió la inocencia. Abrió la tahona, se casó, tuvo doce hijos, compró un calendario y se sentó a ver pasar el tiempo. Los patriarcas antiguos debieron ser bastante parecidos al señor Ramón."
  • "Celestino se queda perplejo, sin saber qué hacer. Piensa romperle un sifón en la cabeza, por fresco, pero se acuerda: "Entregarse a la ira ciega es señal de que se está cerca de la animalidad". Quita su libro de encima de los botellines y lo guarda en el cajón. Hay días en que se le vuelve a uno el santo de espaldas, en que hasta Nietzsche parece como pasarse a la acera contraria."
  • "-¡Felíz tú! Yo creo que no hay tiempo para nada; yo creo que si el tiempo sobra es porque, como es tan poco, no sabemos que hacer con él.
  • Nati frunció graciosamente la nariz.
  • -¡Ay, Marco, hijo! ¡No empieces a colarme frases profundas!
  • Martín se rió."
  • "Don José Sierra hizo un sonido raro con la garganta, un sonido que tanto podía significar que si, como que no, como que quizá, como que quién sabe. Don José es un hombre, que a fuerza de tener que aguantar a su mujer, había conseguido llegar a vivir horas enteras, a veces hasta días enteros, sin más que decir, de cuando en cuando, ¡hum!, y al cabo de otro rato, ¡hum!, y así siempre. Era una manera muy discreta de darle a entender a su mujer que era una imbécil, pero sin decirlo claro."
  • "La conocí en el Barceló, el veintitantos de agosto pasado y, a la semana escasa, el día de mi cumpleaños, ¡zas, al catre! Si me hubiera estado como un gili viendo cómo la camelaban y cómo le metían mano los demás, a estas horas estaba como usted.
  • -Sí, eso está muy bien, pero a mí me da por pensar que eso no es más que cuestión de suerte.
  • Ventura salto en el asiento.
  • -¿Suerte? ¡Ahí está el error! la suerte no existe, amigo mío, la suerte es como las mujeres, que se entrega a quienes la persiguen y no a quien las ve pasar por la calle sín decirles ni una palabra."
  • "Se apostó una cena con los amigos a que llamaba Cojoncio al hijo, y ganó la apuesta. El día del bautizo del niño, su padre, don Estanislao Alba, y sus amigos engancharon una borrachera tremenda. Daban mueras al Rey y vivas a la República Federal. La pobre madre, doña Conchita Ibáñez, que era una santa, lloraba y no hacía más que decir:
  • -¡Ay, qué desgracia, qué desgracia! ¡Mi marido embriagado en un día tan feliz!"
  • "-Lo que yo quiero -decía don Nicolás a su sobrino Pedrito, que hacía unos versos muy finos y estudiaba Filosofía y letras- es una cachonda con arrobas que me haga gozar, ¿me entiendes?, una tía que este apretada que tenga a donde agarrarse. Todo lo demás son monsergas y juegos florales."
  • "La mañana, esa mañana eternamente repetida, juega poco, sin embargo, a cambiar la faz de la ciudad, ese sepulcro, es cucaña, es colmena...
  • ¡Que Dios nos coja confesados!"


  • La familia de Pascual Duarte

  • "A mí me ganaba por la palabra, pero si hubiéramos acabado por llegar a las manos le juro a usted por mis muertos que lo mataba antes de que me tocase un pelo. Yo me quise enfriar porque me conocía la carácter y porque de hombre a hombre no está bien reñir con una escopeta en la mano cuando el otro no la tiene."